El Valle de Arán, situado en los Pirineos centrales, en el norte de la provincia de Lleida, se divide en seis pequeños territorios denominados terçons: Pujòlo, Arties e Garòs, Castièro, Marcatosa, Lairissa y Quate Lòcs. La historia de este valle ha estado marcada por la defensa y las reivindicaciones de una serie de derechos históricos que conforman sus señas de identidad.
Desde bien entrada la Edad Media (1175), los araneses pactaron con el rey de Aragón un tratado que les otorgaba el privilegio de disfrutar y poseer pastos, bosques y aguas. El rey adquiría el compromiso de defenderlos de posibles enemigos y los araneses pagaban como tributo un galín (medida equivalente a unos 20 litros de trigo) por casa.
En 1313, los habitantes del valle acordaron jurar fidelidad al rey Jaime II para que les confirmara sus fueros, privilegios, franquezas y libertades. El 23 de agosto de 1313, Jaime II, rey de Aragón, Valencia … y conde de Barcelona, otorgó desde Lleida el documento conocido como Era Querimònia, que recoge toda una serie de derechos.
Era Querimònia consta de veintidós capítulos. Los primeros hacen referencia a que los araneses tendrán sus tierras, viñas, casa y árboles frutales, así como aguas francas para pescar, construir molinos y regar. Poseerán bosques y selvas libres para cortar madera para sus casas, su uso y conveniencia. Podrán cazar en los bosques y podrán llevar a pastar allí a sus animales, así como cortar hierba para el invierno. Otros capítulos hacen referencia a: los derechos comunales; el ejército del rey; los delitos y penas; los notarios y el salario de los jueces, entre otros. De especial importancia es el punto referido al derecho de retracto gentilicio, por el que si cualquier hombre quiere vender una propiedad tiene que ofrecerlo primero a sus hermanos y parientes. Otro capítulo curioso es el relativo al régimen de participación económico-conyugal, con los derechos y particiones de los consortes. Los privilegios de Era Querimònia se han mantenido si bien de forma parcial.
Con la llegada de la democracia y la ley de régimen especial de Arán de 1990, del Parlament de Catalunya, se restauraron parte de los derechos históricos y lingüísticos del Valle de Arán.
En el sello se reproduce un galín y el escudo del Valle de Arán.