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Se conmemora el bicentenario de la Orden de Isabel la Católica, creada por Fernando VII el 14 de marzo de 1815, que tiene por objeto premiar aquellos comportamientos extraordinarios de carácter civil, realizados por personas españolas y extranjeras, en beneficio de la Nación, que contribuyan a favorecer las relaciones de amistad y cooperación de España con el resto de la Comunidad Internacional.
Con Isabel II pasó a llamarse Real Orden de Isabel la Católica y se reservaba exclusivamente para premiar los servicios de ultramar. Sus grados pasaron a ser Caballero, Comendador, Comendador de Número, y Gran Cruz. También Isabel II, por Real Decreto de 28 de octubre de 1851, y para que no se concedieran estas distinciones sin conocimiento de las circunstancias y merecimientos de sus aspirantes, ordenó que precediera siempre acuerdo favorable del Consejo de Ministros para el grado de Gran Cruz, y para los inferiores, la propuesta del Ministro del ramo a la que pertenecieran los candidatos. Con la I República desapareció esta Orden que volvería a restituirse con Alfonso XII en 1875.
En 1927, con Alfonso XIII, se instauraron el Lazo y la Banda para condecorar a mujeres con esta Orden.
El último reglamento se aprobó por Real Decreto en 1998, para adaptarse a la realidad social y administrativa actual, sin olvidar el espíritu que dio lugar a la fundación de la Orden.
El sello recoge la imagen en color de la Gran Cruz de la Orden, formada por cuatro brazos simétricos que se alternan con cuatro ráfagas bruñidas, de cinco facetas. En la parte central lleva una corona de laurel con una cinta blanca donde se lee “A la lealtad acrisolada por Isabel la Católica” y rematada con las iniciales de los Reyes Católicos. Dentro de la corona figuran los atributos de dos mundos coronados y dos columnas con la leyenda Plus Ultra. El sello lo completa la imagen de la reina en color sepia, basada en la obra de Luis Madrazo propiedad del Museo del Prado.
