Antes de que la Navidad fuese la Navidad, las luces ya estaban ahí. No existe ningún dato que date el nacimiento de Jesús al principio del invierno, solo en el año 354 el papa Liberio declaro el nacimiento el 25 de diciembre. El objectivo del pontífice era que la festividad coincidiese con las saturnales, la celebración más importante del calendario romano. Las saturnales, a su vez, coincidían con el solsticio de invierno, el mmento del año en que los días son más cortos en el hemisferio occidental y que todas las cultures conmemoran de una forma u otra. Estas tres celebraciones están unides porque en sus rituales se encienden luces.
En realidad, la obsesión con la luz en esta época del año es anterior a la antigua Roma y se pierde en la noche de los tiempos, en las primeras religiones, en el culto al sol, que durante los solsticios volvía a resurgir desde su aparente derrota. Cuanto más al norte, más cortos se hacían los días, más débil parecía el sol y más importante resultaba la iluminación artificial.
El sello es un dibujo hecho por el artista Itziar Badenas donde aparecen las luces, las estrellas todo lo que nos transporta a ser ninos otra vez para vivir la navidad.