El Real Monasterio de San Lorenzo del Escorial fue declarado Patrimonio Mundial de la Humanidad por la Unesco, en 1984. En la hoja bloque que forma esta emisión se reproduce una vista general del conjunto monumental y en el sello la moneda conmemorativa dedicada al Real Monasterio.
La construcción del Monasterio de El Escorial se debe al Rey Felipe II como reconocimiento por la victoria en la batalla de San Quintín, que tuvo lugar el día de San Lorenzo de 1557, y para erigir un mausoleo en memoria de sus padres y de él mismo. En la elección del lugar incidió la cercanía de la corte, que se había fijado en Madrid en 1561, y la abundancia de agua, maderas, canteras y amplitud de horizontes. El Rey encargó la regencia del monasterio a la orden religiosa de San Jerónimo y encomendó las tareas arquitectónicas a Juan Bautista de Toledo, que fue nombrado arquitecto real.
El monasterio se comenzó a construir el 23 de abril de 1563 bajo la dirección de Juan Bautista de Toledo y tras su muerte, cuatro años más tarde, fue continuado por su discípulo Juan de Herrera, quien modeló el edificio en la forma actual y creó un nuevo estilo caracterizado por la sobriedad, la desnudez decorativa y el rigor geométrico, al que se llamó “Estilo Herreriano”. Las obras finalizaron en 1584.
El conjunto arquitectónico de El Escorial, de grandes proporciones y forma rectangular, se estructura en distintas dependencias, entre las que destacan: el Patio de los Reyes, la Basílica, el Panteón de los Reyes, el Panteón de los Infantes, el Palacio de los Borbones, el Palacio de los Austrias, la Sala Capitular y la Biblioteca.
En el Panteón de los Reyes, recubierto con mármoles y bronces, descansan los restos de los monarcas y de las madres de reyes. Los restos de las demás personas de la Familia Real se encuentran en el Panteón de los Infantes.
El Palacio de los Austrias -donde vivió Felipe II hasta su muerte y desde donde dirigió la política de sus extensas posesiones- está construido alrededor del Presbiterio de la Basílica. El dormitorio real se sitúa junto al altar mayor, con una ventana que permitía al monarca seguir la misa en caso de enfermedad.
Decorado con pinturas, frescos y esculturas de los más afamados artistas, el interior del Monasterio de El Escorial constituye un auténtico museo que se ha enriquecido con el paso de los años y de los diferentes reyes.