En el resto del mundo se prefiere la palabra japonesa formada por las raíces ‘ori’ (plegar) y ‘kami’ (papel). Decimos “en principio”, ya que en la actualidad el concepto origami tiende a abarcar las técnicas de plegado de cualquier material, no sólo papel: tela, plástico, metal… e incluso nuevos materiales ‘inteligentes’. El origen de la papiroflexia se hunde en las tinieblas de la historia. Desconocemos la autoría de los modelos más antiguos, como la cajita de santa Águeda, la airosa pajarita o la grulla japonesa ( ‘ t z u r u ’ e n japonés), a la que viene a dar homenaje este sello. Esta grulla es un modelo icónico para la tradición japonesa.
En occidente se conoce más la variante “pájaro mecánico aleteador”, popularizada a partir de su presentación en la Exposición Universal de París de 1889. Según una antigua leyenda japonesa sintoísta, aquel que pliega mil grullas de papel obtiene de los dioses un favor, tal como la recuperación de una larga enfermedad. La grulla de papel se ha convertido en símbolo de la paz a partir de la historia de la niña Sadako Sasaki de Hiroshima, quien llegó a plegar casi 1500 grullas para pedir la recuperación de los niños enfermos, sus compañeros de hospital. En el monumento que se erigió a Sadako en el parque de la paz de su ciudad los escolares de Japón y de otras partes del mundo cuelgan todos los años miles de grullas para pedir que los niños de todo el mundo no se vean afectados por las guerras.
En Zaragoza, todos los años, el 6 de agosto se celebra el día de la paz, los miembros del Grupo Zaragozano de Papiroflexia regalan grullas a los transeúntes de la Plaza del Pilar, para mantener viva esta tradición, mientras en el interior de la Basílica la Virgen luce el manto que el Grupo Zaragozano de Papiroflexia le regalo, único manto de papel donde se ven dos pajaritas, símbolo de paz en España.